jueves, 29 de noviembre de 2018

La llave del crecimiento


Un joven, que deseaba avanzar en su vida espiritual, se propuso buscar al maestro más sabio, que le ayudara en su progreso.

Recorrió pueblos y ciudades, desiertos y junglas, valles y montañas, hasta que por fin, le hablaron de un anciano eremita, que vivía de forma muy humilde, en la cima de una montaña, y fue a ver al sabio, para que lo instruyera en su liberación.

Subiendo el escarpado camino, hacia su cabaña, se encontró con el ermitaño que bajaba, y sin mediar palabra, éste lo miró a los ojos, y le dio una pequeña y antigua llave que llevaba colgada del cuello, luego prosiguió su camino, y el joven, con ese gesto, sintió como en un instante, toda una eternidad de paz y amor penetrara en su corazón, que le hizo comprender que tenía que despojarse de todas las ataduras de la mente, que no le dejaban avanzar.

La llave representaba la liberación del eremita y de sus pocas ataduras, y traspasándola, invitaba al joven a hacer lo mismo, porque cuando una persona se empieza a liberar de las cosas que le atan, termina despojándose de la carga innecesaria que lleva en el corazón: el odio, la codicia, el ego, la ira, que hay que dejar salir para que entre: el amor, la paz, la serenidad...


Moraleja: La vida es un eterno dejar ir, solamente con las manos vacías se puede agarrar algo nuevo (anónimo).

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Un misionero, llegó a un poblado cercano al Sahara, y quiso ver toda la belleza del desierto, tras el nuevo amanecer. El primer día,...